Tras más de 1000 km y varios días de camping en el Monte do Gozo, que menudo frío hacía, por fin llegó el esperado 27 de agosto. Con nuestras entradas en la mano, sobre las 16:15, nos encaminamos hacia el recinto en el que el Festival se iba a realizar, en el mismo Monte, por lo que enseguida llegamos a los accesos... que estaban a reventar. Tres en el lado en el que nos encontrábamos, y supongo que al menos uno o dos en el otro. Al rato abrieron las puertas y, tras un exhaustivo control gracias al cual NO logramos entrar los bocadillos para la cena (puesto que entrábamos a las cinco de la tarde y saldríamos a las cuatro de la madrugada), y TAMPOCO logramos entrar los tapones de las botellas de medio litro que llevábamos para no morir deshidratados, nos quedamos en una explanada en fila esperando que abrieran las segundas puertas, que ya daban al recinto en sí.
Azafatas dando publicidad de una conocida compañía de telefonía, piruletas y unos abanicos que luego nos vinieron genial animaron la espera hasta que por fin nos dejaron entrar. Viendo la cola que llevábamos delante, nos veíamos ya en el final del recinto, pero cuál fue nuestra sorpresa que nos pusimos en décima fila, donde aguantamos hasta el final como campeones (no sin tirarme encima algún vaso de cerveza los que intentaban pasar, que ya son ganas con lo cara que era)
En principio, la organización bastante buena, pese a que hubo gente que coló todo tipo de comida y bebida (yo no, QUÉ VA...), cosa comprensible según he podido leer después, ya que un perrito caliente-frío te costaba 4'50€, la cerveza parecía oro y el agua valía 2-4€. Un abuso, pero ya se sabe.
El Festival comenzó con la actuación de The Right Ons, a los que no conocía ni logré conocer antes del concierto, porque por más que busqué no encontré nada. Su música era un rock&roll muy de los 70-80, y se dieron un total baño de masas. Curiosidades de su actuación: el teclista se escondió un momento para sacar su móvil y hacer una foto al público (flipando con todos los que éramos, supongo, ya que se agotaron las entradas), y el cantante, Álvaro Guzmán, se tiró al público, que lo dejó caer en un primer momento sorprendido, aunque luego lo cogieron y lo mantearon un poco.
Tocaron 11 temas, comenzando por “Shake, shake, shake”, “Thanks”, “That's New York” y “Do You Think, Babe”, dando un espectáculo bastante digno para tener el papelón de ser el primer grupo que saliera al escenario.
Tras The Right Ons fue el turno de Jónsi, el ex-vocalista de Sigur Ros. Creo que la gente que fue al Festival (la mayoría acudió por Muse) no se dio cuenta del pedazo de artista que es Jónsi. Lo descubrí en el coche de camino a Galicia, pero oírlo en directo, y sobre todo verlo, fue todo un regalo. Su música, una especie de post-pop indie... bueno, para qué etiquetar. Su música te abstrae, y he de decir que me ha enganchado mucho. Pero para la mayoría de seguidores de Muse su música quizá es demasiado lenta, o con demasiada percusión, o demasiado instrumental. Y encima hubo un fallo en el sonido que provocó en el público un gran “oooohhhh!!” Casi todo el mundo estaba deseando que Jónsi acabara pues tras él era el turno de Muse.
Jónsi tocó 10 temas, entre los que se puede destacar “Go Do”, “Animal Arithmetic” o “Boy Lilikoi”. Fue una gran oportunidad para ver un artista que pocas veces ha pisado nuestras tierras.
Por fin fue el turno de Muse. La gente se había quedado donde había podido, y por nada del mundo se habían movido, pero cuando Bellamy y los suyos empezaron hubo unas incorporaciones de última hora al foso del recinto, intentando coger los mejores sitios. La gente se levantó del suelo, donde estaban sentados para esperar lo que se suponía el plato fuerte de la noche, y todo el mundo se apretó. Para el concierto de Jónsi se descubrió la escenografía de Muse, pero hasta que ellos no empezaron no la “encendieron”. Una escenografía más parecida a los conciertos de Barcelona y Madrid de noviembre que al de junio, e igual a la usada por ellos en el Festival de Glastombury, se pasó en unas placas hexagonales y rayos láser.
Tocaron 15 canciones: abrieron con “New Born” y continuaron con “Map Of Problematique”, “Uprising”, “Supermassive Black Hole” y “Guiding Light”. Cuando tocaron “Stockholm Syndrome” me subieron a hombros (lo siento por los de detrás) y casi parecía que Matt cantaba para mí. Momento de relax con “Nishe” y luego Matt nos deleitó con su piano en la versión corta de “United States of Eurasia”, sin Chopin al final. Tras ello sacó su guitarra de doble mástil y nos tocó “Resistence”. La gente se volvió loca con “Undisclosed Desires”, que fue seguida de “Time Is Running Out”, “Starlight” y “Plug In Baby”, que la gente chillaba más que cantaba.
Se dieron un respiro, como hacen siempre, y cerraron el concierto con “Hysteria” precedida de su “Interlude” y con Chris con su armónica, preludio de “Knights Of Cydonia”, su canción final. Intercalados con las canciones, Matt jugó mucho con su guitarra tocando riffs de “I Can't Take My Eyes Off Of You”, “House of the Rising Sun” o “Muscle Museum”, entre otros.
Concierto corto si tenemos en cuenta que The Pet Shop Boys tocó 22 canciones y que los cabeza de cartel eran ellos, y un poco frío, ya que apenas se dirigieron al público. Mucho mejor el de junio, pero Matt nos regaló al final una de sus locuras tirando la batería de Dom por los suelos.
Al acabar Muse, el foso se despejó muchísimo, dejando huecos enormes y permitiendo que los que nos quedamos pudiéramos sentarnos en un suelo que, en otras circunstancias, nunca me hubiera servido de asiento, pero que conforme tenía las piernas de cansadas, era una bendición del cielo. Era el turno del DJ Caradeniño... que a todos nos dio mucha pena, ya que la gente se fue. Muchas críticas ha recibido este DJ, ya que sus remezclas fueron dadas por canciones de rock y la gente pareció ofenderse mucho (sobre todo cuando cogió una de Muse recién tocada en directo) Pero sabiendo lo que es una remezcla, creo que su sesión, respecto a lo musical, fue bastante decente. Pero no digo nada respecto al resto.
Mientras Caradeniño nos ofrecía su sesión, se montó el escenario para los Pet Shop Boys, un maremágnum de cajas que luego serían derribadas por voluntad propia. Empezaron tarde su concierto, pero he de reconocer que, aunque no me gusta demasiado su música (me suena a plástico), sólo por el espectáculo de sus bailarines (una chica de color, un chico de color y dos chicas gemelas rubias) valía la pena prestar atención. Tanto que al final, pese al cansancio, terminé bailando yo también.
Tocaron canciones como “New York City Boy”, “Heart”, y un par de covers: “Viva la vida” de Coldplay, y “Go West” de Village People. He de destacar el “baile” del cantante... basado en mover su mano y poco más. Divertido, pero para mi gusto demasiado largo.
El último en actuar fue DJ Vitalic. Tenía más esperanzas puestas en él, como DJ reconocido, y me habían dicho que distinto, pero me decepcionó mucho cuando vi que pinchaba como cualquier DJ de macrodiscoteca, y gracias al ambiente de alrededor (borrachos y suciedad por todas partes), mi impresión de macrodiscoteca fue en aumento. Así que por eso, porque estaba cansada y porque me estaba pelando de frío, pese a llevar un cortavientos, me fui hacia el camping para descansar tras 10 horas de música “non-stop”
Un Festival que valía los 30€ que costaba, y que sólo por ver actuar a Muse desde tan cerca valió la pena hacerse los 2000km en coche. Buena organización y precios caros en bebida y comida, aunque fácil meterla desde fuera.
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