La creación de los estudios cinematográficos cambió, en muchos sentidos, la forma de hacer cine.
Con
ellas se creó el gran monopolio que conocemos hoy, pues consiguieron canalizar
todos los beneficios de las películas desde su producción hasta su distribución.
Las 8
grandes (Universal, Fox, 20th
Century, United Artists, Warner Bros, Metro Goldwyn-Mayer (MGM), Columbia,
Paramount y RKO) pasarían a
convertirse en las dueñas de la exclusividad cinematográfica estadounidense.
Y aunque los años 40 están considerados como la década de
oro del cine, también hay que decir que las consecuencias de la guerra, además
de las obvias, trajeron también un panorama de terror en el mundo del cine.
Y es que aunque la creatividad de los estudios
cinematográficos crecería hasta límites insospechados, también la propaganda
anti bélica y propagandística haría su aparición en los films.
Películas como El Gran
Dictador de Chaplin o Casablanca de Michael Curtiz son dos claros ejemplos de esta visión anti
belicismo.
Debido a este tipo de cine que empezaba a resurgir, Estados
Unidos con McCarthy a la cabeza,
persiguió, en lo que se ha llamado desde entonces una Caza de Brujas a directores, actores, productores, etc. por todo el
país, intentando así, dejar el país libre de comunistas.
Uno de los casos más conocidos es el de Charles Chaplin que, tras ser acusado de comunista e incluso de
terrorista, tuvo que huir del país que le había acogido y dado la fama,
trasladándose a Suiza hasta su muerte. Chaplin nunca ocultó su opinión
política, pero también defendió una libertad de expresión que jamás fue tal.
La única vez que Chaplin
volvería a EEUU sería en 1972 para recibir un Oscar honorífico de manos de Jack Lemmon.
Este proceso de persecución sería a causa del inicio de la
Guerra Fría entre EEUU y la URSS.
Debido a este problema, el cine de los 50 cambió
radicalmente, y donde sólo había creaciones artísticas originales y de grandes
guiones, se empezó a hacer cine Western
que, aunque tiene muy buenas películas, hay que decir que llegó un momento de
saturación que hizo que muchos directores y guionistas cogiesen ideas que ya
existían de otros films.
Pero también en la década de los 50 el género del Musical alcanzaría su mayor gloria en Hollywood.
Gene Kelly
llegaría a su cumbre personal con Cantando
Bajo La Lluvia y Un Americano en
París, así como su director, Stanley
Donen.
Europa
aprovechó el tirón de la posguerra y empezó a resurgir con fuerza.
Así,
Italia creó el neorrealismo, que trasladaba toda la veracidad de la vida real a
la pantalla, contando el caos, la destrucción y la pobreza a la que se tenían
que enfrentar la gente de la posguerra. Roma,
ciudad abierta, de Rosellini y La Tierra Tiembla, de Visconti son dos
claros ejemplos de ello.
Una de
las características que tenía este tipo de cine es que rodaba con mucha luz
natural y en la calle, algo que EEUU copió cuando creó el Cine Negro.
Kurosawa, con Los
Siete Samuráis, creó el inicio de un tipo de cine en el que sorprende mucho
la concepción del tiempo.
En
Francia se crearía la Nouvelle Vague,
un género que estalló contra el típico
cine que se hacía hasta entonces y en el que crearon nuevos métodos, como
empezar a usar la cámara al hombro o los contrapicados.
Algunos de los más importantes directores han
sido Jean-Luc Godard o François Truffaut.
De éste último, Los 400 Golpes está considerada una de las mejores películas no
sólo de la Nouvelle Vague, sino de
toda la historia.
En Alemania se inició el Nuevo Cine Alemán, que creó su propio Star-System y que usaba mucho los travellings. Uno de los cineastas
más conocido es Werner Herzog.
Por último, también en Inglaterra surgió un
movimiento de posguerra. Se le llamó Free
Cinema, por eso de que buscaban sentirse más libres para poder hacer lo que
ellos sentían. Este tipo de cine fue una mezcla entre el Neorrealismo italiano y el cine documental. De él surgieron
conocidos cineastas como Jack Clayton y
Tony Richardson.
Este mes os recomendamos dos películas. La
primera muestra el verdadero dolor de la posguerra europea. Los 400
Golpes, de Truffaut.
La otra es una crítica a la guerra y al señor que la inició. El Gran Dictador de Chaplin.
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