martes, 12 de abril de 2016

Crítica de 'El Puente de los Espías'


Película que estuvo nominada en los Oscars de esta pasada edición, y que ganó una estatuilla a Mejor Actor de Reparto. Eso sí, estamos ante un film que quiere repetir fórmula. Steven Spielberg de director, Tom Hanks como actor principal, tiene parte de thriller y suspense, tiene relación con una "guerra" (en este caso, la Guerra Fría)... El espectador puede tener esa sensación de déjà vu por otras películas que cumplen estos requisitos (La Terminal o Atrápame si puedes). Pero, a diferencia de los otros films, El puente de los espías (Bridge of Spies) funciona bastante bien.

Tiene sus fallos, pero también tiene mejores aciertos. Empezamos primero explicando un poco quién es Rudolf Abel, interpretado por Mark Rylance. Sin duda, el comienzo es lo mejor que tiene la película, puesto que nos presentan a Abel simplemente con imágenes. Nada de palabras, nada de voz en off, solo imágenes de su día a día.

Por lo que vamos viendo, es obvio que Abel es un espía. En ese momento, el FBI lo apresa y es acusado de espionaje. Ahora es cuando entra en escena Tom Hanks, que interpreta al abogado James Donovan. Ya que toda persona merece un juicio justo, a Donovan le toca ser el abogado defensor de Abel.

Por supuesto, todo el juicio es un circo y nadie se lo toma en serio. Ni siquiera el propio juez. Antes de empezar el proceso, ve a Abel como culpable de traición. De ser así, sería sentenciado a la pena capital. El abogado Donovan intenta que dicha sentencia no ocurra, aunque él sabe muy bien que Abel es un espía.


Por otro lado, entiende los sentimientos patrióticos de Abel. Sólo sirve a su país (en este caso, a la URSS) y ellos mismos también tienen espías en Rusia y en la República Democrática Alemana. Entiende que lo hace por su país, para protegerlo, como los propios americanos. Entre los dos se va estableciendo una amistad y respeto mutuo.

Por parte de Abel, ve en Donovan un hombre íntegro, un Stoikiy muzhik que ve las cosas sin prejuicio alguno. Comprende su situación, poniendo en riesgo su reputación y a su familia. Por aquellos años, tener amistad o relación con algún comunista era visto como una traición a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, vemos una historia paralela, la del piloto Francis Gary Powers. Los americanos han diseñado un avión capaz de volar a mayor altitud para que sea más difícil detectarlo. La misión de estos pilotos es la de fotografiar bases militares de la Unión Soviética. En un vuelo de reconocimiento, Powers es alcanzado por un misil y apresado por las fuerzas comunistas.

Para recuperar a Powers, el gobierno de los Estados Unidos plantea un intercambio de prisioneros, en la zona de Alemania. Para negociar el intercambio, mandan a Donovan con la intención de conseguir algún tipo de acuerdo. En este momento, el film va un poco cuesta abajo.

Mientras que al principio, veíamos que la atención se centraba en Abel y la vida de Donovan, luego pasamos al tramo de Alemania. Aquí tendríamos que ver las complicaciones por las que pasa Tom Hanks, pero le falta algo. No muestra esa inquietud, no muestra que Donovan se sienta amenazado o se esté jugando algo más para conseguir el intercambio. Es más, incluso allí está más seguro que en su propia casa, porque sus vecinos y amigos lo han tachado de traidor por ayudar a Abel.

Justo coincide con la ausencia de Mark Rylance, que pasa a un segundo plano y apenas sale en pantalla hasta el tramo final. Todo el peso de la película recae en Tom Hanks, pero por alguna extraña razón, no consigue levantarlo. Es más que posible por la limitación que tiene su personaje y sus saltos de un lado a otro. No es de extrañar que Rylance ganara el Oscar.


El final no es que sea muy sorprendente, es algo que sabes que va a ocurrir y tampoco es impactante. Pero cumple, no decepciona ni deja mal sabor de boca. Como reflexión final, vemos la conexión entre Donovan y una escena a mitad de película, cuando estaba en Alemania. Esta escena que ocurre y que él mismo presencia, es lo más increíble de la película. Por lo que muestra, por la realidad que describe y la forma de estar rodado. Es en ese momento cuando dices "Míralo, ahí está Spielberg."

Por desgracia, sólo tienes esa sensación en el escaso minuto que dura ese momento. Es una pena que el resto del film no mantenga ese nivel. No es de las mejores películas de Hanks. No es de las mejores películas de Spielberg. Pero no te deja mal cuerpo ni con la extraña sensación de quedarse a medias. Cumple con su cometido.

Para terminar, os dejamos un enlace a una de las canciones del film, realizada por el compositor Thomas Newman. Música relajada, tirando a clásica, aunque esta pieza tiene una fuerza más sentimental, pues llama al regreso de tu hogar. Un lugar que echas de menos cuando estás fuera mucho tiempo.

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